Talando la Democracia

Sí que hubo dificultades en ese árbol, hoy carcomido, cumpliente de 40 años; el ojo arraybanado custodió el vuelco de toda la sal posible donde siempre tuvo que haber tierra. La sal fue dispersada, no así los manotazos robándole el fruto hasta hoy; y desde abajo, aparece un arco de cierra abriendo tajos como bocas gritosas.
Pareciera ser que la memoria colectiva continental se resetea cada veinte años, más, menos: dos décadas exactas separan la bicicleta financiera de Martínez de Hoz (mal juzgada hasta por el diario Clarín) de las puñaladas neoliberales de Menem, luego de un primer mandato de tijeretazos menos detectados, más selectivos, causas del sangrado que culminó con el diciembre delarruista. Hoy progresa la derecha infame, y a su lado, la derecha demente. Hay gente votándolas como si nunca las hubieran sufrido antes, en su piel o en la piel de su historia, que debiera ser la misma.
De otra manera no se explica que aun camine con impunidad, y hasta se presente a elecciones, incluso que la gane, el gabinete que parió la crisis del 2001, junto al defensor del gabinete que parió al paridor. Que se vayan todos, cantaba el pueblo; amalaya, todos se quedaron.
¿Donde quedó ese pueblo saliendo a las calles contra una dictadura genocida y sus refritos carapintadas? ¿Donde quedó el rotundo no a la violencia, como el que selló para siempre el destino de Herminio Iglesias, quemador de ataúdes? Acaso todo ese coraje contra el fascismo reculó hasta solo ser Jujuy. Acaso las guillotinas prometiendo muerte para CFK enrocaron el no a la violencia por un sí babeante.
No soy kirchnerista: señalo su Berni, su inflación, sus faraones, su Massa, su actual rodilla en tierra frente al FMI. Pero mis señalizaciones son puertas sinceras al diálogo, y por lo tanto, al reconocimiento de potenciales errores míos. Porque ayer hubo Néstor y porque ahora hay un San Martín con políticas culturales que son ejemplo nacional, sin dejar de mencionar que tienen una enorme cantidad de seguidores con base popular, conciencia, estudios, con capacidad de demandarles las faltas invocando buenos ideales.
Pero con la ranciedad no hay diálogo posible.
A veces ensayo anatomías del votante libertario: oído a dieta abierto a palabras simples; el hipocampo obliterado; un tumor de trauma creciéndole cual joroba quizás porque un día un morocho como yo pero afeitado y con conjuntito adadis lo miró más de 2 segundos; esfínter flojo por causa de lo anterior; edad del pavo; un peaje en la boca que deja salir pocas palabras ("libertad", "negros de mierda", "bitcoins", "se robaron todo", "feminazis", "amway", "Jesús", "Free Fire").
Pero fallo, porque en el medio hay laburantes, mujeres, piberíos más sesudos, gente enojada y hasta con razón. Pero si hay algo que no puede ser emocional sin más es el voto. Nada bueno se logró en caliente y con la ira en la punta del nudillo. Nada.
Retomo la continentalidad del bucle-alzheimer: Keiko Fujimori siempre se acerca más y más a la presidencia del Perú, a 23 años de la caída su padre, dictador sin sable, con un gobierno actual de izquierdas poco izquierdas que galvaniza a los zombies (un amigo peruano, actor, me contaba que el problema de su nación es el racismo). Brasil recién sale de la garra de aquel indescriptible Bolsonaro, que asumió a 27 del fin de Collor de Mello, otro adicto al Consenso de Washington, y futuro habitante de una celda.
El arma más poderosa de Bullrich es la misma que sostuvo a Macri: el monopolio mediático. La de Milei es Tiktok y la consigna rápida, precisamente, como un reel. Bala y circo por un lado, celulares y circo por el otro. Y si ganan (la boca se me haga a un lado) qué otro látigo desenfundarán si no es el que ahoga los derechos conquistados, o los aun en vías de. La Argentina que planean es la agonía del retraso cultural, ecológico y social. La lucha LGTVQ+ pasará a ser lucha en un sentido aun menos afortunado.
No hay Nostradamus tan catastrofista como cualquier ciudadano consciente de lo que podría aparecer. Milei y Virrarruel no esconden sus lazos de contractuales/sanguíneos con los militares activos en dictadura: los que aun esconden cuerpos, crían bebés robados, ejecutan artistas y científicos, los que torturaron al disidente que si, en algunos casos respondió con fuego. Pero no olvidemos que ellos fueron el Estado: el garante institucional de la paz, el aparato puesto, al final, al servicio de todo lo contrario.
¿Qué hicimos mal? ¿Qué hice mal desde mi pequeño, minúsculo, lugar? ¿Qué horizonte aciago se cierne? ¿Llegará el día en que debamos decir: "te lo dije"? ¿Cuánta gente hoy viva morirá por el gatillo fácil, por el balazo en la cara mientras se agita una bandera de protesta, por la desesperanza de ver cortada su jubilación, su subsistencia en síntesis?
Los destructores de la democracia usan la democracia para destruirla. Un árbol que en cuatro décadas lució más hendiduras podridas que flores, ahora las perderá todas.