Sobre El Laberinto del Poeta, de Pablo Martínez
¡Albricias! Quería contarles que vió la luz una pequeña introducción a la poética empuñada por Pablo Martínez, para su Gran Obra, hoy expresada en El Laberinto del Poeta, último racimo de composiciones, de frutos cosechados entre vivencias y lecturas que ha tenido este admirado mago.
Otro Ovillo es reminiscentemente mitológico, tibio de sus hornos que recién lo expulsan, bajo la forma (a no asustarse por la siguiente palabra musculosa) prolegómeno, o mas livianamente dicho: acompañamiento para alumbrar algunas zonas opacas, pero como tal, sin ánimo de eclipsar la experiencia individual de escucha.
Cuento con la inmensa alegría de compartir, con nuestras diferencias, todo el "programa" o zona de objetivos que se plantea el viejo amigo poeta. No es un juego de detectives o de egiptólogos muy ateos que decodifican un objeto lejano, no; secundariamente, pero presente, habla también de mi y mis cosmovisiones. Como el sacerdote egipcio que muestra un templo y dice "aquí se venera a Dioses queridos, y mi templo no está tan lejos de este" .
Pero no se trata de mi, sino de Pablo, de su música medicinal, regalo para él mismo, para los demás, hasta para el regalo mismo.