Misa de Basílides

11.09.2023

Carl Gustav Jung (1875-1961)

Misa compuesta, ejecutada, editada y seleccionada por Leonel Elizondo

Introducción

Segunda misa compuesta para la meditación y otras emociones que también debemos abienvenidar. Jung representa uno de los más acabados esfuerzos occidentales por fundir los mundos objetivos y subjetivos, y en ello, salvarse de lo que Europa ha tragado hasta el veneno: el positivismo hipermaterial, cicuta que nos compartieron a través de la coerción y la seductividad mercante. Encontramos en él al científico estudiando la sincronicidad junto al Premio Nobel Wolfgang Pauli; al terapeuta que se reconocía en su interminable terapia; al par de ojos abiertos a los mundos del alma, con sus leyes más poderosas que las nuestra; a las líneas (finas o gruesas, depende el nombre) que nos dejan ver huellas de Platón, Paracelso, Lü Dongbin, las naciones elgonyi... Muchos son sus aportes, y muchos de ellos vencen mis fuerzas intelectuales dispersas. Pero retengo para mí la definición del Mago que vivía el viejo Egipto: sacerdotes de varios cleros a la vez, unidos a las artes y a las ciencias en una misma práctica (la arquitectura, el himnario, las matemáticas, el arte funerario) con toda naturalidad.

Recomiendo con toda pasión el estudio que hace Stephan Hoeller, obispo de la Ecclesia Gnostica, para la vislumbre de un texto tan humeante. Como Kathleen Raine para con Blake, el obispo interpreta sibilarmente las enseñanzas de Basílides. Incluso, me atrevo a decir, encontrando más de lo que el viejo Jung esperaba de un escrito al cual, en lo público, disminuía.

Sin embargo, esto fue en su posterioridad; distinto fue durante el encantamiento de su propio hogar, invadido de entes allá en las antesalas de las Gran Guerra; en ese presente caótico digo, el escrito tuvo un efecto pacificador que él jamás podría dejar de agradecer. Y porsupuesto, sopesamos la posibilidad de que Jung haya tenido un arrebato de mediumnidad, como su prima; nos gusta pensar en que el auténtico heresiarca Basílides viajó por casi veinte siglos hasta su singular corteza.

La tosca orfebrería sonora de esta misa acopió cuanto tuve cerca (mi viejo saxofón, el órgano, unos bongós, un tambor de trueno, hasta un ukelele) pues, a diferencia de Perdurabo, Basílides es mucho más prosaico. Los despieces, fusiones y fisiones de efectos tampoco faltaron. Los sermones usados fueron cinco.

Adjunto una versión de los Sermones diferente a la utilizada, para la lectura posterior.


Que Los Dioses y Las Diosas les sean propicios. Todos al fin; los que les pertenezcan, un poco más.

Leonel

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