Escuchame horizontalmente
Del ingobernoso mar de mis sueños e intenciones, pesco en esta malla sintáctica uno relacionado a futuras performances en vivo y proyecciones; tiene que ver con quien especta, con su cuerpo, con las posibilidades interiores de su experiencia.
El espectador de la música y la poesía coloca su cuerpo de una manera; se tensa o se relaja según el grado de afinidad a la persona que expone, a la cosa expuesta (que naturalmente será bajo si es que es una escucha nueva, no un familiar o amigo piadoso). Sentada o parada, con el cuello rígido, por veinte, treinta, cuarenta o diez minutos, de a poco las reservas de atención o placer bajarán a menos que ocurran esos bellos milagros del arte, como son las capturas sinceras de atención; o que ocurran esas cuestionables ocurrencias de la hormona, como la fantasía sexual por quien está ahí cantando, leyendo, tocando.
Lo enumerado se presenta entonces como una catarata de obstáculos, superaciones y nuevas trabas para la experiencia estética genuina asomando segundo a segundo; es un enjambre de microdialécticas imperceptibles en quien está consumiendo ese arte en cuestión. Y son francamente irrevocables: parte del proceso ciudadano, y ningún peludo centenial va a cambiar estas recetas; pero nada impide poner ingredientes en otros órdenes o emplatar la misma comida pero con perejil en vez de cilantro, o poco ajo en vez de mucho ajo.
¿Cómo? Proponiendo a los espacios, en la medida de lo realizable, que mi música, mi poesía o mi Misa Pagana (que reunirá ambas; a no confundir con Crowley) sea escuchada en posición acostada o semi, con telas en los ojos, poca luz o la más tenue posible. Me aprovisionaré de colchones inflables, mantas y reposeras. Ya no tendrás, querida escucha, que quedar rígida en una direcci´ón, dura como panqueque de lona, ni tener que veme a mí que ya no candidateo para sucesor de Jon Bovi.

Alelíes, foto de: Vivero Kiyoko.
Sospecho efectos: mucha gente se dormirá, y quizás su cuerpo realmente lo necesite. Otra experimentará campos de sentido propios, plantitas de alelí sensóreo, regadas a la distancia por un arpegio inocente. ¿O es mucho soñar?
Por supuesto estamos hablando de un género de arte sosegado, contemplativo; cuando haga rock pesado la cosa va a ser distinta.
Mucho de lo que vendrá tiene este color: con una amiga estamos planeando largarnos a tocar canciones acústicas/folklóricas e ir intercalando poesía visionaria, antigua y moderna, de aquí y de allá, entre medio. Ojalá puedan ser un álbum pronto.
Otro tanto serán algunos instrumentales con sintetizadores con un concepto áspero: el suicidio. Cuando llegue, lo podremos charlar, si es que querés y estás de buen humor, querido cuadrado vacío en la red.