2016
No es novedad la existencia de mi timidez, narradora omnisciente en la antología de cuentos de mi vida. Cuentos que ciertas veces, como esta misma, la tuvieron en rol antagónico: tardíamente me llegó el coraje para resubir este EP de canciones hechas hace 7 años. Dejo las letras y, abajamente, algunas trivialidades.
Letras
· Otro Sueño
Ser tu amigo es condenarme
a estar fuera de tu prisión.
Ser tu amigo es visitarte
e irme, fugaz de tu corazón.
El amor me duele
y el dolor me ama.
Yo no te puedo querer
y vos no me podes amar;
un jarrón no hay que devolver
a quien te regala el mar.
Otro sueño que se muere
ebrio de noche y papel;
y el velorio será siempre,
siempre que yo te tenga que ver.
· Perla (instrumental)
· En la Cima Llameante
Subimos montañas tan azules
rojas y naranjas de afilarse;
que nacen y mueren con espasmos
en segundos, como nuestras partes.
Casi como temiendo olvidarlos
fuerte repitamos nuestros nombres.
Naufragá tus dientes dentro de mi carne.
Que todas las cosas que decimos:
órdenes y súplicas ahogadas,
ovaciones raras e insultos,
sean verificadas por las llamas.
Casi como temiendo olvidarlos
fuerte repitamos nuestros nombres.
Naufragá tus dientes dentro de mi carne;
Sepultá tus dientes dentro de mi carne;
Y velá tus dientes dentro de mi carne.
· Fiesta de Los Cinco
El primero desmembró a unos seis hombres;
el segundo violó a su hijastra;
el tercero lavó unos cuantos millones;
y el cuarto vendía sustancias
El primero sale los días domingo;
el segundo cumple en su casa;
el tercero salió por bueno y por limpio;
y el cuarto pagó la fianza
Los cinco se hicieron muy amiguitos;
hoy se juntan a las diez.
Y si te preguntaste quien es el quinto
¡Adivinaste! Es el juez
· Cuando Anochecemos
Me gustaba creer
que mis ojos nunca se cerraban.
Tenía una explicación:
decía que no los cerraba, que el mundo se apagaba
ante mí.
Solo fue un ilusión;
mis ojos se cierran todo el tiempo
los cierra el dolor;
anochecemos y se apagan nuestras en sonrisas entre
tinieblas.
Sí, yo se que se tengo problemas
pero ellos no me tienen a mí.
Bien sabe que sólo se acuesta
quien aprendió a caer al fin.
¿Qué palabra empujó
esta lágrima al fondo de mi vaso?
No me importa mucho:
será otra perla que colgaré junto a la luna.
¡Y acá estoy,
Yo me tengo a mí mismo,
nada me podrá tirar!
Sólo cuando anochecemos
podemos mostrar nuestras estrellas.
Historia, cambios, reflexiones
En aquel tiempo era un muchacho de 21 años con la suficiente antigüedad laboral como para odiar lo que hacía. Picado de muerte y, por lo tanto, de ganas de dejar un cúmulo de algos a la posteridad, vomité aquella novela adolescéntrica más este manojo sonoro debatido entre el rock pesado, la neopsicodelia que me llegaba de lejos y las baladas de piano. A tales sentires podemos afiliar tremebundos aislamientos: estaban los pibes del barrio, resguardo sin duda, pero no tenía con quien compartir el gusto por Hesse, Gibrán o Pizanrnik, ni el saludo matinal a King Crimson. Con Rocío cortamos en buenos términos, por lo tanto ya no estaba, y mucho me faltaba solventar mis amistades con Ruy, La Negra, Henry, Prupru, Juja... Ni el teatro con sus habitantes, ni las salidas parroquiales al Club de la Música, ni las bandas sonoras, eran. Con Agustina estaba peleado por una boludez que ni recordamos. Solo estábamos ahí, cocinando sueños con Franco sin manual alguno, en cacerolas a punto de estallar de tan cerradas que las teníamos.
¡Lo que es la primera juventud! Puedo sumar otro poroto: mi aspecto de cortes prolijos no me gustaba. Así que pergeñé la idea de armar una banda misteriosa a lo The Residents. Gasté un dineral en máscaras varias y vestuario para eventuales músicxs que jamás llegarían. Inventé un seudónimo extraño, fui a un estudio y lo grabé.
Tardé mucho en subirlo hasta con ese seudónimo. ¿Las razones? quedé malcontento con el malcantante que soy, la prosodia del blues distorsionado en 5/4 me era odiosa, la portada no me representaba, amén de que jamás conseguí a nadie que quiera tocar, si es que hice algún esfuerzo válido por contactar. Y si hoy sigo arrastrando el defecto de ser pésimo publicista, se imaginarán en aquellas épocas.
Pero ya es hoy: acá está, con aquél rock riffero limado un poco, renacido con otro nombre, ubicado en el tercer lugar. La portada es otra, el orden también, el instrumental antecedente a la balada final mutó su nombre y el poema que narraba, de Alejandra, fue omitido para honrarla mejor. El resto está igual.
Letrísticamente me sigue gustando: el EP las lleva algo intensas, hasta crudas. En la Cima Llameante la escribí en este verano y, como veo que coincide en intenciones, asumo que sigo firme en el mismo tipo. La misma versa sobre el sello de veracidad que imprime cierta sexualidad poderosa bajo su calor volcánico; tuve la suerte de abrasarme en dicho volcán con una amiga a la que extraño. La letra antigua que escribió ese jovencito aislado hablaba de la infelicidad como abanderándola y, sin modificaci´ón, la transplanté a un compilado de poesía que espero largar algún día.
Otro Sueño es la conclusión a la que llegué sobre mi idilio por Gianina, compañera de secundaria. Idilio estúpido en su objetivo: las chances siempre fueron igual a cero, ¡y cuán sabia fuiste, Giani! nada tuvimos ni tenemos en común como para que hubiese funcionado. Lo que agradezco es la fuente de reflexiones que dejó. Ella, tipaza, sigue enamorada de Axel, tipazo, que sigue enamorado de ella, a punto de llegar a los diez años sólidos. Quizás el tercer verso es cuestionable psicológicamente.
Fiesta de Los Cinco no precisa acotación. Y a Perla, antesala de la balada final, la he usado (y usaré) como cortina final de una de mis pequeñas piezas teatrales: La Liga del Fibrón.
Cuando Anochecemos es, entre críticas rabiosas, idilios vacuos y sexo escorpiónico, el contrapeso necesario. La sístole y la diástole humana que, parece, entendí en ese momento lo suficiente como para que hoy ese poemita me enseñe algunas cosas, al yo que a veces no lidia tan dignamente con la tristeza.
Los problemas últimamente me tienen, pero te prometo, joven Leo, que aprenderé a acostarme mejor.